martes, 28 de mayo de 2013

Poesías - Autor: Alejandro Rodrigo Flagel

A cada luna

A cada luna, su Sol templado le anochece
y es el murmullo de la noche que no cesa
virtudes, oro que embriaga, lánguida, la presa.
Sosteniendo el albor que restaña y que fenece
diluvia en crespa áurea abismal y trunca süeña
la doncellez del aroma de tu düeña
ilógica, carmín, tan rosa que prepara
en tu boca labio junto a labio amara.

Agora no sueña el tramo del relato
cual vespertina sombra enluce lo que añora,
señor prepara lo que decora la Señora
enseña a tus manos versátil garabato…
Enseña la llave de la aurora
gentil Señora, tu luz es convidada
sirviendo de la tea nacarada
el sueño que resbala y canta ahora.

Nocivos son tus ojos a mi süeño
bermejan la sencilla y verde aurora
que separan el ardid de la tenora
ilesa ave que canta albor risueño…
Nutre la copiosa voz del alba
sü sumida púrpura que baña
a las flores mansamente las restaña
de su jocoso y ardüo tenor silba…

Verde pradera junto al alba no denota
la tibia esencia que en sus alas me derrota.


A desmedro de una sílaba desnuda



Acarrea el tiempo largos porvenires,
donde inmerso en el ocaso de largos sentires
acobardo la llanura de voces sutiles,
con el enjambre de mis ojos en la marea desnuda.

Aleteé en el camino mis profundos desvelos
y caminé lentas sombras sobre el forismo inútil de mi llanto,
que se disfrazaba de sentencia ó de silbato
aclarando la víspera, lo hondo, lo recato.

Me hundí en aquella ciénaga hasta los laúdes desmembrados
de la orquesta
que, nativa
impulsó mi vástago hacia hondas simientes no mundanas
y se increpó de sombra mi manantial dialéctico, en efímeros caminos.

Éste es el camino, -pensé- mientras las flores compungían en mi vientre
la crisálida respuesta de la soledad,
como un lazo que acarreaba el mundo sin aliento,
desahuciándome más allá de la libertad -prometida?- entre valles que nunca 
escuchaban mis suspiros 
ó desiertos estambres lloviznaban (sedientos de esperanza)
bajo la muerte.

Oh, Naturaleza!

Brava en mí tu canto despierto, pero el sol se hunde en mi alma

y la lejanía

Oh, Lejanía!

es el almendro que nunca probó su fruto,

como una comarca desnuda en el océano vespertino

más allá del tiempo

en una linterna de enamorada súplica

en medio de la bruma

pincelando 

locuras

en un intento desmembrado

de un cuadro que se esfuma

entre la destilería agreste

de tu sonrisa

cuando yo moría

en los brazos

de mi única 

tristeza

-Ó era sólo el tiempo, pregonando los laureles?


A dulce ébano

Eres sándalo en el abrevar de tu blancura inerte,
sobre el arraigo de tu bermeja aurora levantada
a sombra y faz, de tu rubor licuada
en sombra y pez, de su licor que vierte…
Azul la noche te espera en la movida
lentitud de tu sorpresa, bienvenida
a sólo ébano tu piel, tu rasgo ausente
de su irisada miel, conjuro siente…

Levada aurora, somera calma inerte
sobre la verde sima del rubor de luna,
angustia para rendirme al pecho fuerte
de tu hondonada miel que enluta oscura cuna…
Tu rubor de seda agrava el sano encanto
de mi esperanza a ti soñada
de mi llanto a tus senos perpetüada
la dócil sombra a tus labios, besa tanto…!

Oscura luna, miel de la alborada,
pasión desierta, mujer plena soñada
en verde aurora, la calma de mis noches
sumido en tu furor, preñado en tus mil broches…
Desierto sin el agua, que aclaran tus pulmones
bermeja aurora clara, soñada en la espesura,
de tu cadencia murmurada que asombra tu piel pura
constancia de saberme preso en tus limones…

Asomo de la voz que siente el paraíso,
velamen que entrequiso la palabra venidera
de un halo de tu fragua, candil de Primavera
océano y rubor Santo, te besa, cuánto te quiso!
Soñada en la espesura de mis ojos entre brumas
silencio en la esmeralda que vierte sin el alba
somera su ilusión que agrava entre tus plumas
quimera de emoción que el llanto pierde en selva…

Caricia a tu caricia que evade y que sonrosa
tu piel meticulosa, y agrava lo que siente,
sutil palabra duele, sonríe tristemente
la pérdida del sol que traspasa una rosa.
Velamen sin el alma perdida en tu sonrisa
la cumbre de mi llanto alea sin la brisa
del solo enamorado que quiere tu cincel,
amarte entre las huellas de mi tacto de laurel…

Vaciar tu pluma entera sonriéndole al carmín
del helado verso bueno que duele en la pradera
su juventud primera, su sombra sin fin
en tus ojos mis besos que son la Primavera.
Para desëarte sonreír con la bandada de tu aroma
pidiéndole a la espuma de tu llanto
el abismo trunco nato del quebranto
que alaba entre südores y fría luz, Paloma!

A sólo cirio diera, tu palabra tu oceanía
silvestre blancura, amague de sonrisa
que al verte anonadada en tu efluvio, te tenía
engavillada al monte vano, mis manos en tu risa!
Simiente que descubre el dial que enamoraba
sü silüeta sonrosaba el fuero de mi centro
y era el mar del alba la voz de nuestro encuentro
silbaba en oro casto, pudor ebrio soñaba!

Candente como el limpio azahar de dulce aurora
silencio en el cual tu palabra era mi agonía
tributo a mi reparo que la verde cuenca mía
soñaba con preñar tus alas, ave gobernadora!
Sin tus alas me incendió el ocaso
la tea ardiente de tu vientre en flor
danubio cielo de candente aurora, acaso
diera el alba la miel de tu dolor!

Eternamente vaga en sombras tu sonrisa,
el llanto pide besos y sal en la cornisa…





A la femenina pasión

He visto nacer el sol de tu palabra,
y a mis oídos sentir cantar a la elocuencia,
que en sombras tange el furor de mi sentencia
cuando al eslabón de la noche tu audición labra.
Taciturno vuelve par el magenta suspiro
encomendado de latir a mi voz cuenca en el río
de doblegar las horas que soporta el frío
columpiar del cabo a las manzanas que respiro.

Hunde el lebrel el pez que lo anochece,
por sobre el ala desigual que esconde la diadema
en el fresco latir de mi goce que perece
entre el cielo el diluir de la broma, huye del lema.
Asincronar la batalla de mis fríos roces
entre el sordo accionar de tu vertiente,
suplido a una pueril conclusión  entre las voces
y el repiqueteo solaz cuando la luz es suficiente.

Argenta el sabor de la vid casta hasta el vino
por el martirio de nacer lo que huye entre el delirio
de su silvestre gemido que puebla sin un cirio
el osco reclinar de las huellas; sobrevino.
Atado a un pez cual claro del celaje
huye en el viento y aclara la marea
de tus pies femeninos que el juglar asea
¿Ó era el barro el manantial a los ojos su paisaje?

Concuerdo con tu paso de centella,
bribón es a cuestas  consumir a la montaña
que entre dobles sin razones no te engaña
hasta vestir tus alas níveas, de ilusión bella.
Cual oro en el carmín de tus labios la morada
discurre entre mi voz el oriundo pasajero
que suave a suave alude más a un tero
que vigila tu sembrar de razón enamorada…

Pues he visto reclinar la hora sin derroche
entre tus campos baña la sombra de su arpegio
cual hora del juglar amanece en tu refugio
y la vista no hace alarde, de las claras sombras, luche
Oh, luche entre tu pecho! Sin la derramada
pasión, que entre lamentos, aclama su ilusión
cual lucha el sueño estrecho; Fruición!
Del atardecer, a la noche apasionada!

Cual goza mi libertad encadenada
de tus alas, la ilusión, sea pasión enamorada.




A la luz
de tu sonrisa


A la luz de tu sonrisa
la calma se vierte en espacios desiguales,
y fragua en azul la misericordiosa bruma de tu trigal
escondido en el silencio
cual paloma
arde en el ocaso
la misteriosa bruma
de un extravío
de sol.

A la luz de tu sonrisa
el brinco de mis alas
sobre el algodón de tus plumas
me elevan sobre el ancla de tu sueño,

y sufren en místicas mareas
la vespertina unción de dos
en cuanto a la sal toma tu semblante,
murmurando el viento
con la silva,
y sosteniendo el águila marina
de tu nocturno palpitar acelerado
sobre las ascuas vespertinas de tu silencio
vocal y diurno,
como mi templanza gris.

Asido de belleza,
al despertar de tu sonrisa
la calma leve de mi pasión
se vuelve pan de roble,
y certera efusión de nacimiento de verano
en el oprobio innato de los flecos y arrebatos de laureles,
que deslizan y murmuran viscerales extravíos sobre el lienzo,

e inunda mi resguardo la sentencia de tus ojos
de velamen hundido en ultramar
y de los cielos que tu arraigo urdido en el colapso efímero
de mi locuaz arrebato de plegaria
anonada en soliloquio la bruma inquieta
de tu suspirar…

A la luz de tu sonrisa…

A la luz de la misma,
mis vanas palabras
encienden el sosiego calmo
de mil mares
de oro
entre tu cuna
-amanecer-
que distancia la tirada de mi libro
en una esquina de tus párpados dormidos,
-y en el sueño- asembla tu nocturno vaivén
de noche cincelada
y angosta promesa:

a la luz de tu sonrisa…

…Los cantos de los zorzales encienden madrigales
de amor
sobre tu almohada,
impregnando de voz enamorada
la misma cuna inquieta de mi telar dormido
entre tu pecho,
y se afianzan en tu letargo la misma solidez
de la campana que no sueña por verte despertar
y entre los cedros –arcos de miradas en el viento-
suponen el vestigio asolazado de un movimiento tenue entre la espuma,
y de tus ojos relumbran inquietantes paraísos
que se escuchan en diurnos arrebatos y cantares
sobre el fresno,
sobre la guitarra,
sobre el grillo de la armónica
desvalida sin tu boca
de ciruela,
de lumbre,
de tordo,
de maíz,
de azúcar,
de miel y de semillas,
de plátano que endulza

que celebro,
que acompaño,
que entretengo
entre mi boca de pájaro
bebiendo de tu néctar embaído,

de tu sosiego, de tu forma de cielo
sobre el cabello enmarañado de mi ángel
bueno sin promesa,
pero con la constancia de un nogal dormido

que acrecienta la esperanza
de mi ebrio suspirar…

…a la luz de tu sonrisa…



A la mujer


Tan noble de esas miradas que me imprimen
su lento caminar sobre la arena
es aquella persona que hasta Helena
los perfumados jardines nos la exhiben…
En maravillas como cuando ella respira
ó grácil hace tacto de la espuma
de un flagrante verso que resuma
su oro tan terso, ó noche que suspira.

Tan noble es, la mirada que enaltece
sus pupilas de asombro consumadas
cuando el latido de mi alma pertenece
a la luz ciega que sus párpados, aladas
manos entre sombras perfumadas
acontece que la noche y luna bellas
desahuciadas alcancen las estrellas
a ser palabras en su boca, enamoradas.

Por esos márgenes donde el mar y las arenas
hagan acopio de sus pasos y las penas
arraiguen besos de su piel, y soberanos
sobre la Paz al alcance de sus manos
puedan vestirse de mar en la odisea
de un amor que afiance sus besos en mi piel
como canta serenata un juglar, así sea
la voz que navega en mi bajel.

Mujer, nata al verano y la ternura
de su verso quiera amar la noche
las doncellas  que nievan su blancura
alcanzan en sus senos el derroche,
que acompasa la miel que basta a un niño
satisfacer en las horas de la noche,
para soñar sus labios y el cariño
que lo protege de las sombras azabache.

Mujer: mírame tierna y en tu manto
aclara tierna tu perfume en tu regazo
Golondrina de miel, bajo tu abrazo
el vuelo libre de mis manos es tu encanto!
Aunque congojas alivien de oro los crepúsculos
tus pies de nieve y de sombra en la arena
son el fuego que aclaran a mi pena
asombra tanta luz desde tus ojos, halos.

Y es el comienzo de tu beso, bienamada
aquella luz que empequeñece mis pupilas,
cuando la flor de tu racimo enamorada
alea cumbres borrascosas y encandilas.
Tu piel en primavera no anochece
y la lumbre de tu ciega parsimonia
alada algarabía no pronuncia
si no la misma sal que tu cuerpo me acontece.

Quiero recibir de tu boca la rosa enamorada
que siempre enseñas al latir tu frondosa
escultura de Mujer, ornamental Rosa,
Rosa que al bajel de mi mirada
pueblan ecos los suspiros que atenúas.
Y en los claustros te deseo aunque terminas
tus pasos leves por las sombras, que germinas

así tus pies, mi sendero, tú perfumas. 


A la mujer (2)

los ojos que te buscan, relámpago que quema
y ahuella las distancias, que sopla en las arenas
la luna resplandece, en tu mirada apenas…
Carbunclo de las aves, tus manos que me enseñas
montaña a las estrellas, tu cielo que despeñas
y enseñas el baluarte, de tu mirada apenas
conmigo y una vela, celada tú me cenas…
Y soplan los vientos que arden, con tu mirada a cuestas
y encienden llamaradas, con el mar a tientas
tus ojos no celados, encumbran primaveras
paseo de las flores, por todas las aceras…
Y tu orden me arrebata, con tu mirada a cuestas
la luna me desata, vistiendo las afrentas
de la noche que invade, tus ojos de sirena
ansío hallar la llave que encienda tu diadema…

Pero te quiero en la hora, del lecho tras la cena
ansío el mar que dora, tu brillo que me quema…


                        Alejandro R. Flagel


A mí la rosa

A mí la rosa desdeñar no puede de la noche su celeste figura
como pálido pañuelo de la aurora
las estrellas en la nieve su púrpura miel pura
desafían el oriente del Sol que la enamora.
Como esmeraldas los vestidos de mis ojos
caen hasta el rocío las lágrimas terrenas
que son dúctil preciso andar tus solas penas,
la flor y sus espinas solazan mis despojos.

Y entre la nieve que te toma de las manos
perfuma la rosa su ramo en la esperanza
porque la suave flor es a tus suaves ramos
suspiros en el jardín que en tus ojos se abalanza.
Una corona de flores fluctúa en tu belleza
los cabellos de tu paño sean la cruda realeza
que en la noche de éstos grillos más oscuros
atañen música a tu encanto, seguros.

Crisálida la luna abrir no ha de morir la noche
cuyos besos diáfanos luce entre dos cosmogonías,
pues al alba tus pasos me gemías
a descifrar la aurora que su tinte luche.
Nunca estuve más oscuro como esas dos lunas
ó tan encerrado mi clamor de nieve entre la noche oscura
pero tus labios son el fuego que me clausura
tu piel de frío intacto conserva rosas diurnas.

Y a transcurrir mi mirada no se ha de consumir el fuego
que mis labios traen la noche, tu suplicio el ruego.



A murmurar un paso dócil legua

A murmurar un paso dócil legua
descripta forma del juglar de la mañana
asir enagua la sombra noche oscura tregua
el joven despertar la sombra vana.
Jadeo del columpiar la vista procelosa
en el suspiro tieso azar noche virtuosa
escándalo que cede bello prado
del joven despertar la luna, amado...

La vista seña lo que oscurece el lado
luminoso de la tea, fraguada noche oculta
del luminoso astro, que enseña lo deseado:
buscar en tu maleza la amada que se exalta.
Rostro apacible, lunar entre las sombras
virada luz que excede y puebla las llanuras
de un solo mar que tieso resguarda tus premuras:
Horizonte en el lugar que lejos atesoras.

Declive que se enseña para mostrarte apenas
lo murmurado del estío de tus formas
cual noche soberana estrellas seas
en el baluarte de mis noches y mis hormas.
Galanteo de tus pasos tras las hebras
que dejas en el paso de tus cunas
abrevia la distancia lo que acunas
sentir tu piel, mujer, clara celebras.

Captura del mostrador mis ansias y mis noches
como puebla el ocaso el fulgor tus dos doncellas
que se encienden en fuego y azabaches:
las piernas de mi amor, el lecho sellas.
Y enciendes la virtud, eres dormida
cual luna errante arreas consumida
todo el cielo de mis ojos, las estrellas
entre tus senos y las nubes de tus huellas.

Furor que aclama tu letargo ensimismado,
desde la punta de tu ser, tu fuego amado.



A no destello

Deslumbrado atardecer caoba en tu semblante,
repentino cual aroma de nuez en la mañana,
inclina flores la joven huella que engalana
suave virtud que atañe luz danzante.
En figuras, la flor, cual arrebato,
parcela del dolor, inflige sombra,
manantial de sudor del que se asombra
única flor, la rosa que recato.

A no destello fulgor de una manzana
de umbría rispidez cual loca seña
declive del sabor estrella no temprana
cual ávida virtud que se despeña.
Oro y lumbrera desigual orfebrería
de aquella lumbar queda espalda no sería
de aquella mujer que la plata no ceñía
su rostro el manantial de un ave mía.

Lento cristal de un halo que conmueve
la sobria nitidez enclaustra una manzana
de nuevas juventudes tan temprana
como alas del rubor la virtud mueve.
Y en sombras frenesí vista que llueve
la dócil desigual austera pierna
que cavila en el vestido luna tierna
clara, manantial, aurora, nieve...





A murmurar un paso dócil legua

A murmurar un paso dócil legua
descripta forma del juglar de la mañana
asir enagua la sombra noche oscura tregua
el joven despertar la sombra vana.
Jadeo del columpiar la vista procelosa
en el suspiro tieso azar noche virtuosa
escándalo que cede bello prado
del joven despertar la luna, amado...

La vista seña lo que oscurece el lado
luminoso de la tea, fraguada noche oculta
del luminoso astro, que enseña lo deseado:
buscar en tu maleza la amada que se exalta.
Rostro apacible, lunar entre las sombras
virada luz que excede y puebla las llanuras
de un solo mar que tieso resguarda tus premuras:
Horizonte en el lugar que lejos atesoras.

Declive que se enseña para mostrarte apenas
lo murmurado del estío de tus formas
cual noche soberana estrellas seas
en el baluarte de mis noches y mis hormas.
Galanteo de tus pasos tras las hebras
que dejas en el paso de tus cunas
abrevia la distancia lo que acunas
sentir tu piel, mujer, clara celebras.

Captura del mostrador mis ansias y mis noches
como puebla el ocaso el fulgor tus dos doncellas
que se encienden en fuego y azabaches:
las piernas de mi amor, el lecho sellas.
Y enciendes la virtud, eres dormida
cual luna errante arreas consumida
todo el cielo de mis ojos, las estrellas
entre tus senos y las nubes de tus huellas.

Furor que aclama tu letargo ensimismado,
desde la punta de tu ser, tu fuego amado.


A rojo paso

A rojo paso enmiendo, cálida figura
en su palabra dulce, oro de la aurora,
derrama suma escarcha en la voz que se atesora,
pálida se enmienda, gentil en desmesura…
A rojo ébano de jungla, sorteo nieve cauta
a sola rigidez que el paso se atesora
el oro en la esmeralda del bosque que clausura
la noche impregna luces, sonidos en mi flauta…

En desmesura ahínco no es un verso en la diadema
crisálida de noche, fulgor que estratagema
anula un llanto liso de sordo, de tu pena
ahínco es pormenor en la lucha que envenena.
Azora un llanto que prueba aquel oprobio
consume mi dialéctica sonrisa, sin embargo
y en luna hostil, reclama mar amargo
la lúdica pereza del alma suya, ennovio.

Regazo de la aurora que el llanto mueve llanto
en el desvelo de su canto sobre bruno canto,
alista mi verdor sobre el ala de la aurora
simiente no es sigilo en la palabra que aún mora.
Dosel que abruma y que sostiene negro broche
de la diadema que es fulgor entre la noche,
anhelando su prohibida sepultura
en la gema danzante de la aurora…

Ase claro manantial y muda gota,
en el vestigio de la sal que me derrota,
oro y diadema y sutil claro de plata
luna en silencio en madreselva escarlata…
Giro que promueve sencillez oculta
añora su murmullo en ascua reclinada,
en horizonte y faz enamorada
mujer que aclara diurna el alba que se oculta…

Impropio de la sal corroyendo a mis espaldas
noche del velamen, incienso entre palomas
adornas entre celos bandadas entre lomas
y sufridas noches alan las aladas luces caldas…
Frenético candor de flores, Primaveras
azules, rojas noches, colores que entreveras
su solo manantial de brumas quedas
y olímpicas noches, luna vedas…

Aciago resplandor la noche cede
entre tus hormas delicadas, la maleza
de tu cintura en nieve, la belleza
de distinguida flor que anieva, que procede…
En oro, en tiza, en luna, la mirada
hostiga llanto endeble, matiz de propia celda
que aclara en el rubor voz en la bielda:
que en aras del juglar, cosecha enamorada…

Restaño oro de Rosa, plegaria transparente
asida muda grana, escarlata rosa ardiente…