A cada luna
A cada luna, su Sol
templado le anochece
y es el murmullo de la
noche que no cesa
virtudes, oro que
embriaga, lánguida, la presa.
Sosteniendo el albor que
restaña y que fenece
diluvia en crespa áurea
abismal y trunca süeña
la doncellez del aroma de
tu düeña
ilógica, carmín, tan rosa
que prepara
en tu boca labio junto a
labio amara.
Agora no sueña el tramo
del relato
cual vespertina sombra
enluce lo que añora,
señor prepara lo que
decora la Señora
enseña a tus manos
versátil garabato…
Enseña la llave de la
aurora
gentil Señora, tu luz es
convidada
sirviendo de la tea
nacarada
el sueño que resbala y
canta ahora.
Nocivos son tus ojos a mi
süeño
bermejan la sencilla y
verde aurora
que separan el ardid de
la tenora
ilesa ave que canta albor
risueño…
Nutre la copiosa voz del
alba
sü sumida púrpura que
baña
a las flores mansamente
las restaña
de su jocoso y ardüo
tenor silba…
Verde pradera junto al
alba no denota
la tibia esencia que en
sus alas me derrota.
A desmedro de una sílaba desnuda
Acarrea el tiempo largos porvenires,
donde inmerso en el ocaso de largos sentires
acobardo la llanura de voces sutiles,
con el enjambre de mis ojos en la marea desnuda.
Aleteé en el camino mis profundos desvelos
y caminé lentas sombras sobre el forismo inútil de mi llanto,
que se disfrazaba de sentencia ó de silbato
aclarando la víspera, lo hondo, lo recato.
Me hundí en aquella ciénaga hasta los laúdes desmembrados
de la orquesta
que, nativa
impulsó mi vástago hacia hondas simientes no mundanas
y se increpó de sombra mi manantial dialéctico, en efímeros caminos.
Éste es el camino, -pensé- mientras las flores compungían en mi vientre
la crisálida respuesta de la soledad,
como un lazo que acarreaba el mundo sin aliento,
desahuciándome más allá de la libertad -prometida?- entre valles que nunca
escuchaban mis suspiros
ó desiertos estambres lloviznaban (sedientos de esperanza)
bajo la muerte.
Oh, Naturaleza!
Brava en mí tu canto despierto, pero el sol se hunde en mi alma
y la lejanía
Oh, Lejanía!
es el almendro que nunca probó su fruto,
como una comarca desnuda en el océano vespertino
más allá del tiempo
en una linterna de enamorada súplica
en medio de la bruma
pincelando
locuras
en un intento desmembrado
de un cuadro que se esfuma
entre la destilería agreste
de tu sonrisa
cuando yo moría
en los brazos
de mi única
tristeza
-Ó era sólo el tiempo, pregonando los laureles?
donde inmerso en el ocaso de largos sentires
acobardo la llanura de voces sutiles,
con el enjambre de mis ojos en la marea desnuda.
Aleteé en el camino mis profundos desvelos
y caminé lentas sombras sobre el forismo inútil de mi llanto,
que se disfrazaba de sentencia ó de silbato
aclarando la víspera, lo hondo, lo recato.
Me hundí en aquella ciénaga hasta los laúdes desmembrados
de la orquesta
que, nativa
impulsó mi vástago hacia hondas simientes no mundanas
y se increpó de sombra mi manantial dialéctico, en efímeros caminos.
Éste es el camino, -pensé- mientras las flores compungían en mi vientre
la crisálida respuesta de la soledad,
como un lazo que acarreaba el mundo sin aliento,
desahuciándome más allá de la libertad -prometida?- entre valles que nunca
escuchaban mis suspiros
ó desiertos estambres lloviznaban (sedientos de esperanza)
bajo la muerte.
Oh, Naturaleza!
Brava en mí tu canto despierto, pero el sol se hunde en mi alma
y la lejanía
Oh, Lejanía!
es el almendro que nunca probó su fruto,
como una comarca desnuda en el océano vespertino
más allá del tiempo
en una linterna de enamorada súplica
en medio de la bruma
pincelando
locuras
en un intento desmembrado
de un cuadro que se esfuma
entre la destilería agreste
de tu sonrisa
cuando yo moría
en los brazos
de mi única
tristeza
-Ó era sólo el tiempo, pregonando los laureles?
A dulce ébano
Eres sándalo en el
abrevar de tu blancura inerte,
sobre el arraigo de tu
bermeja aurora levantada
a sombra y faz, de tu
rubor licuada
en sombra y pez, de su
licor que vierte…
Azul la noche te espera
en la movida
lentitud de tu sorpresa,
bienvenida
a sólo ébano tu piel, tu
rasgo ausente
de su irisada miel,
conjuro siente…
Levada aurora, somera
calma inerte
sobre la verde sima del
rubor de luna,
angustia para rendirme al
pecho fuerte
de tu hondonada miel que
enluta oscura cuna…
Tu rubor de seda agrava
el sano encanto
de mi esperanza a ti
soñada
de mi llanto a tus senos
perpetüada
la dócil sombra a tus
labios, besa tanto…!
Oscura luna, miel de la
alborada,
pasión desierta, mujer
plena soñada
en verde aurora, la calma
de mis noches
sumido en tu furor,
preñado en tus mil broches…
Desierto sin el agua, que
aclaran tus pulmones
bermeja aurora clara,
soñada en la espesura,
de tu cadencia murmurada
que asombra tu piel pura
constancia de saberme
preso en tus limones…
Asomo de la voz que
siente el paraíso,
velamen que entrequiso la
palabra venidera
de un halo de tu fragua,
candil de Primavera
océano y rubor Santo, te
besa, cuánto te quiso!
Soñada en la espesura de
mis ojos entre brumas
silencio en la esmeralda
que vierte sin el alba
somera su ilusión que
agrava entre tus plumas
quimera de emoción que el
llanto pierde en selva…
Caricia a tu caricia que
evade y que sonrosa
tu piel meticulosa, y
agrava lo que siente,
sutil palabra duele,
sonríe tristemente
la pérdida del sol que
traspasa una rosa.
Velamen sin el alma
perdida en tu sonrisa
la cumbre de mi llanto
alea sin la brisa
del solo enamorado que
quiere tu cincel,
amarte entre las huellas
de mi tacto de laurel…
Vaciar tu pluma entera
sonriéndole al carmín
del helado verso bueno
que duele en la pradera
su juventud primera, su
sombra sin fin
en tus ojos mis besos que
son la Primavera.
Para desëarte sonreír con
la bandada de tu aroma
pidiéndole a la espuma de
tu llanto
el abismo trunco nato del
quebranto
que alaba entre südores y
fría luz, Paloma!
A sólo cirio diera, tu
palabra tu oceanía
silvestre blancura,
amague de sonrisa
que al verte anonadada en
tu efluvio, te tenía
engavillada al monte
vano, mis manos en tu risa!
Simiente que descubre el
dial que enamoraba
sü silüeta sonrosaba el
fuero de mi centro
y era el mar del alba la
voz de nuestro encuentro
silbaba en oro casto,
pudor ebrio soñaba!
Candente como el limpio azahar
de dulce aurora
silencio en el cual tu
palabra era mi agonía
tributo a mi reparo que
la verde cuenca mía
soñaba con preñar tus
alas, ave gobernadora!
Sin tus alas me incendió
el ocaso
la tea ardiente de tu
vientre en flor
danubio cielo de candente
aurora, acaso
diera el alba la miel de
tu dolor!
Eternamente vaga en
sombras tu sonrisa,
el llanto pide besos y
sal en la cornisa…
A la femenina pasión
He visto nacer el sol de
tu palabra,
y a mis oídos sentir
cantar a la elocuencia,
que en sombras tange el
furor de mi sentencia
cuando al eslabón de la
noche tu audición labra.
Taciturno vuelve par el
magenta suspiro
encomendado de latir a mi
voz cuenca en el río
de doblegar las horas que
soporta el frío
columpiar del cabo a las
manzanas que respiro.
Hunde el lebrel el pez
que lo anochece,
por sobre el ala desigual
que esconde la diadema
en el fresco latir de mi
goce que perece
entre el cielo el diluir
de la broma, huye del lema.
Asincronar la batalla de
mis fríos roces
entre el sordo accionar
de tu vertiente,
suplido a una pueril
conclusión entre las voces
y el repiqueteo solaz
cuando la luz es suficiente.
Argenta el sabor de la
vid casta hasta el vino
por el martirio de nacer
lo que huye entre el delirio
de su silvestre gemido
que puebla sin un cirio
el osco reclinar de las
huellas; sobrevino.
Atado a un pez cual claro
del celaje
huye en el viento y
aclara la marea
de tus pies femeninos que
el juglar asea
¿Ó era el barro el
manantial a los ojos su paisaje?
Concuerdo con tu paso de
centella,
bribón es a cuestas consumir a la montaña
que entre dobles sin
razones no te engaña
hasta vestir tus alas
níveas, de ilusión bella.
Cual oro en el carmín de
tus labios la morada
discurre entre mi voz el
oriundo pasajero
que suave a suave alude
más a un tero
que vigila tu sembrar de
razón enamorada…
Pues he visto reclinar la
hora sin derroche
entre tus campos baña la
sombra de su arpegio
cual hora del juglar
amanece en tu refugio
y la vista no hace
alarde, de las claras sombras, luche
Oh, luche entre tu pecho!
Sin la derramada
pasión, que entre
lamentos, aclama su ilusión
cual lucha el sueño
estrecho; Fruición!
Del atardecer, a la noche
apasionada!
Cual goza mi libertad
encadenada
de tus alas, la ilusión,
sea pasión enamorada.
A la luz
de tu sonrisa
A la luz de tu sonrisa
la calma se vierte en
espacios desiguales,
y fragua en azul la misericordiosa
bruma de tu trigal
escondido en el silencio
cual paloma
arde en el ocaso
la misteriosa bruma
de un extravío
de sol.
A la luz de tu sonrisa
el brinco de mis alas
sobre el algodón de tus
plumas
me elevan sobre el ancla
de tu sueño,
y sufren en místicas
mareas
la vespertina unción de
dos
en cuanto a la sal toma
tu semblante,
murmurando el viento
con la silva,
y sosteniendo el águila
marina
de tu nocturno palpitar
acelerado
sobre las ascuas
vespertinas de tu silencio
vocal y diurno,
como mi templanza gris.
Asido de belleza,
al despertar de tu
sonrisa
la calma leve de mi
pasión
se vuelve pan de roble,
y certera efusión de
nacimiento de verano
en el oprobio innato de
los flecos y arrebatos de laureles,
que deslizan y murmuran
viscerales extravíos sobre el lienzo,
e inunda mi resguardo la
sentencia de tus ojos
de velamen hundido en
ultramar
y de los cielos que tu
arraigo urdido en el colapso efímero
de mi locuaz arrebato de
plegaria
anonada en soliloquio la
bruma inquieta
de tu suspirar…
A la luz de tu sonrisa…
A la luz de la misma,
mis vanas palabras
encienden el sosiego
calmo
de mil mares
de oro
entre tu cuna
-amanecer-
que distancia la tirada
de mi libro
en una esquina de tus
párpados dormidos,
-y en el sueño- asembla
tu nocturno vaivén
de noche cincelada
y angosta promesa:
a la luz de tu sonrisa…
…Los cantos de los
zorzales encienden madrigales
de amor
sobre tu almohada,
impregnando de voz
enamorada
la misma cuna inquieta de
mi telar dormido
entre tu pecho,
y se afianzan en tu letargo
la misma solidez
de la campana que no
sueña por verte despertar
y entre los cedros –arcos
de miradas en el viento-
suponen el vestigio
asolazado de un movimiento tenue entre la espuma,
y de tus ojos relumbran
inquietantes paraísos
que se escuchan en diurnos
arrebatos y cantares
sobre el fresno,
sobre la guitarra,
sobre el grillo de la
armónica
desvalida sin tu boca
de ciruela,
de lumbre,
de tordo,
de maíz,
de azúcar,
de miel y de semillas,
de plátano que endulza
que celebro,
que acompaño,
que entretengo
entre mi boca de pájaro
bebiendo de tu néctar
embaído,
de tu sosiego, de tu
forma de cielo
sobre el cabello
enmarañado de mi ángel
bueno sin promesa,
pero con la constancia de
un nogal dormido
que acrecienta la
esperanza
de mi ebrio suspirar…
…a la luz de tu sonrisa…
A la mujer
Tan noble de esas miradas
que me imprimen
su lento caminar sobre la
arena
es aquella persona que
hasta Helena
los perfumados jardines
nos la exhiben…
En maravillas como cuando
ella respira
ó grácil hace tacto de la
espuma
de un flagrante verso que
resuma
su oro tan terso, ó noche
que suspira.
Tan noble es, la mirada
que enaltece
sus pupilas de asombro
consumadas
cuando el latido de mi
alma pertenece
a la luz ciega que sus
párpados, aladas
manos entre sombras
perfumadas
acontece que la noche y
luna bellas
desahuciadas alcancen las
estrellas
a ser palabras en su
boca, enamoradas.
Por esos márgenes donde
el mar y las arenas
hagan acopio de sus pasos
y las penas
arraiguen besos de su
piel, y soberanos
sobre la Paz al alcance de sus manos
puedan vestirse de mar en
la odisea
de un amor que afiance
sus besos en mi piel
como canta serenata un
juglar, así sea
la voz que navega en mi
bajel.
Mujer, nata al verano y
la ternura
de su verso quiera amar
la noche
las doncellas que nievan su blancura
alcanzan en sus senos el
derroche,
que acompasa la miel que
basta a un niño
satisfacer en las horas
de la noche,
para soñar sus labios y
el cariño
que lo protege de las
sombras azabache.
Mujer: mírame tierna y en
tu manto
aclara tierna tu perfume
en tu regazo
Golondrina de miel, bajo
tu abrazo
el vuelo libre de mis
manos es tu encanto!
Aunque congojas alivien
de oro los crepúsculos
tus pies de nieve y de
sombra en la arena
son el fuego que aclaran
a mi pena
asombra tanta luz desde
tus ojos, halos.
Y es el comienzo de tu
beso, bienamada
aquella luz que
empequeñece mis pupilas,
cuando la flor de tu
racimo enamorada
alea cumbres borrascosas
y encandilas.
Tu piel en primavera no
anochece
y la lumbre de tu ciega
parsimonia
alada algarabía no pronuncia
si no la misma sal que tu
cuerpo me acontece.
Quiero recibir de tu boca
la rosa enamorada
que siempre enseñas al
latir tu frondosa
escultura de Mujer,
ornamental Rosa,
Rosa que al bajel de mi
mirada
pueblan ecos los suspiros
que atenúas.
Y en los claustros te
deseo aunque terminas
tus pasos leves por las
sombras, que germinas
así tus pies, mi sendero,
tú perfumas.
A la mujer (2)
los ojos que te buscan,
relámpago que quema
y ahuella las distancias,
que sopla en las arenas
la luna resplandece, en
tu mirada apenas…
Carbunclo de las aves,
tus manos que me enseñas
montaña a las estrellas,
tu cielo que despeñas
y enseñas el baluarte, de
tu mirada apenas
conmigo y una vela,
celada tú me cenas…
Y soplan los vientos que
arden, con tu mirada a cuestas
y encienden llamaradas,
con el mar a tientas
tus ojos no celados,
encumbran primaveras
paseo de las flores, por
todas las aceras…
Y tu orden me arrebata,
con tu mirada a cuestas
la luna me desata,
vistiendo las afrentas
de la noche que invade,
tus ojos de sirena
ansío hallar la llave que
encienda tu diadema…
Pero te quiero en la
hora, del lecho tras la cena
ansío el mar que dora, tu
brillo que me quema…
Alejandro R. Flagel
A mí la rosa
A mí la rosa desdeñar no
puede de la noche su celeste figura
como pálido pañuelo de la
aurora
las estrellas en la nieve
su púrpura miel pura
desafían el oriente del
Sol que la enamora.
Como esmeraldas los
vestidos de mis ojos
caen hasta el rocío las
lágrimas terrenas
que son dúctil preciso
andar tus solas penas,
la flor y sus espinas
solazan mis despojos.
Y entre la nieve que te
toma de las manos
perfuma la rosa su ramo
en la esperanza
porque la suave flor es a
tus suaves ramos
suspiros en el jardín que
en tus ojos se abalanza.
Una corona de flores
fluctúa en tu belleza
los cabellos de tu paño
sean la cruda realeza
que en la noche de éstos
grillos más oscuros
atañen música a tu
encanto, seguros.
Crisálida la luna abrir
no ha de morir la noche
cuyos besos diáfanos luce
entre dos cosmogonías,
pues al alba tus pasos me
gemías
a descifrar la aurora que
su tinte luche.
Nunca estuve más oscuro
como esas dos lunas
ó tan encerrado mi clamor
de nieve entre la noche oscura
pero tus labios son el
fuego que me clausura
tu piel de frío intacto
conserva rosas diurnas.
Y a transcurrir mi mirada
no se ha de consumir el fuego
que mis labios traen la
noche, tu suplicio el ruego.
A murmurar un paso dócil legua
A murmurar un paso dócil legua
descripta forma del juglar de la mañana
asir enagua la sombra noche oscura tregua
el joven despertar la sombra vana.
Jadeo del columpiar la vista procelosa
en el suspiro tieso azar noche virtuosa
escándalo que cede bello prado
del joven despertar la luna, amado...
La vista seña lo que oscurece el lado
luminoso de la tea, fraguada noche oculta
del luminoso astro, que enseña lo deseado:
buscar en tu maleza la amada que se exalta.
Rostro apacible, lunar entre las sombras
virada luz que excede y puebla las llanuras
de un solo mar que tieso resguarda tus premuras:
Horizonte en el lugar que lejos atesoras.
Declive que se enseña para mostrarte apenas
lo murmurado del estío de tus formas
cual noche soberana estrellas seas
en el baluarte de mis noches y mis hormas.
Galanteo de tus pasos tras las hebras
que dejas en el paso de tus cunas
abrevia la distancia lo que acunas
sentir tu piel, mujer, clara celebras.
Captura del mostrador mis ansias y mis noches
como puebla el ocaso el fulgor tus dos doncellas
que se encienden en fuego y azabaches:
las piernas de mi amor, el lecho sellas.
Y enciendes la virtud, eres dormida
cual luna errante arreas consumida
todo el cielo de mis ojos, las estrellas
entre tus senos y las nubes de tus huellas.
Furor que aclama tu letargo ensimismado,
desde la punta de tu ser, tu fuego amado.
descripta forma del juglar de la mañana
asir enagua la sombra noche oscura tregua
el joven despertar la sombra vana.
Jadeo del columpiar la vista procelosa
en el suspiro tieso azar noche virtuosa
escándalo que cede bello prado
del joven despertar la luna, amado...
La vista seña lo que oscurece el lado
luminoso de la tea, fraguada noche oculta
del luminoso astro, que enseña lo deseado:
buscar en tu maleza la amada que se exalta.
Rostro apacible, lunar entre las sombras
virada luz que excede y puebla las llanuras
de un solo mar que tieso resguarda tus premuras:
Horizonte en el lugar que lejos atesoras.
Declive que se enseña para mostrarte apenas
lo murmurado del estío de tus formas
cual noche soberana estrellas seas
en el baluarte de mis noches y mis hormas.
Galanteo de tus pasos tras las hebras
que dejas en el paso de tus cunas
abrevia la distancia lo que acunas
sentir tu piel, mujer, clara celebras.
Captura del mostrador mis ansias y mis noches
como puebla el ocaso el fulgor tus dos doncellas
que se encienden en fuego y azabaches:
las piernas de mi amor, el lecho sellas.
Y enciendes la virtud, eres dormida
cual luna errante arreas consumida
todo el cielo de mis ojos, las estrellas
entre tus senos y las nubes de tus huellas.
Furor que aclama tu letargo ensimismado,
desde la punta de tu ser, tu fuego amado.
A no destello
Deslumbrado atardecer
caoba en tu semblante,
repentino cual aroma de
nuez en la mañana,
inclina flores la joven
huella que engalana
suave virtud que atañe
luz danzante.
En figuras, la flor, cual
arrebato,
parcela del dolor,
inflige sombra,
manantial de sudor del
que se asombra
única flor, la rosa que
recato.
A no destello fulgor de
una manzana
de umbría rispidez cual
loca seña
declive del sabor
estrella no temprana
cual ávida virtud que se
despeña.
Oro y lumbrera desigual
orfebrería
de aquella lumbar queda
espalda no sería
de aquella mujer que la
plata no ceñía
su rostro el manantial de
un ave mía.
Lento cristal de un halo
que conmueve
la sobria nitidez
enclaustra una manzana
de nuevas juventudes tan
temprana
como alas del rubor la
virtud mueve.
Y en sombras frenesí
vista que llueve
la dócil desigual austera
pierna
que cavila en el vestido
luna tierna
clara, manantial, aurora,
nieve...
A murmurar un paso dócil legua
A murmurar un paso dócil legua
descripta forma del juglar de la mañana
asir enagua la sombra noche oscura tregua
el joven despertar la sombra vana.
Jadeo del columpiar la vista procelosa
en el suspiro tieso azar noche virtuosa
escándalo que cede bello prado
del joven despertar la luna, amado...
La vista seña lo que oscurece el lado
luminoso de la tea, fraguada noche oculta
del luminoso astro, que enseña lo deseado:
buscar en tu maleza la amada que se exalta.
Rostro apacible, lunar entre las sombras
virada luz que excede y puebla las llanuras
de un solo mar que tieso resguarda tus premuras:
Horizonte en el lugar que lejos atesoras.
Declive que se enseña para mostrarte apenas
lo murmurado del estío de tus formas
cual noche soberana estrellas seas
en el baluarte de mis noches y mis hormas.
Galanteo de tus pasos tras las hebras
que dejas en el paso de tus cunas
abrevia la distancia lo que acunas
sentir tu piel, mujer, clara celebras.
Captura del mostrador mis ansias y mis noches
como puebla el ocaso el fulgor tus dos doncellas
que se encienden en fuego y azabaches:
las piernas de mi amor, el lecho sellas.
Y enciendes la virtud, eres dormida
cual luna errante arreas consumida
todo el cielo de mis ojos, las estrellas
entre tus senos y las nubes de tus huellas.
Furor que aclama tu letargo ensimismado,
desde la punta de tu ser, tu fuego amado.
descripta forma del juglar de la mañana
asir enagua la sombra noche oscura tregua
el joven despertar la sombra vana.
Jadeo del columpiar la vista procelosa
en el suspiro tieso azar noche virtuosa
escándalo que cede bello prado
del joven despertar la luna, amado...
La vista seña lo que oscurece el lado
luminoso de la tea, fraguada noche oculta
del luminoso astro, que enseña lo deseado:
buscar en tu maleza la amada que se exalta.
Rostro apacible, lunar entre las sombras
virada luz que excede y puebla las llanuras
de un solo mar que tieso resguarda tus premuras:
Horizonte en el lugar que lejos atesoras.
Declive que se enseña para mostrarte apenas
lo murmurado del estío de tus formas
cual noche soberana estrellas seas
en el baluarte de mis noches y mis hormas.
Galanteo de tus pasos tras las hebras
que dejas en el paso de tus cunas
abrevia la distancia lo que acunas
sentir tu piel, mujer, clara celebras.
Captura del mostrador mis ansias y mis noches
como puebla el ocaso el fulgor tus dos doncellas
que se encienden en fuego y azabaches:
las piernas de mi amor, el lecho sellas.
Y enciendes la virtud, eres dormida
cual luna errante arreas consumida
todo el cielo de mis ojos, las estrellas
entre tus senos y las nubes de tus huellas.
Furor que aclama tu letargo ensimismado,
desde la punta de tu ser, tu fuego amado.
A rojo paso
A rojo paso enmiendo,
cálida figura
en su palabra dulce, oro
de la aurora,
derrama suma escarcha en
la voz que se atesora,
pálida se enmienda,
gentil en desmesura…
A rojo ébano de jungla,
sorteo nieve cauta
a sola rigidez que el
paso se atesora
el oro en la esmeralda
del bosque que clausura
la noche impregna luces,
sonidos en mi flauta…
En desmesura ahínco no es
un verso en la diadema
crisálida de noche,
fulgor que estratagema
anula un llanto liso de
sordo, de tu pena
ahínco es pormenor en la
lucha que envenena.
Azora un llanto que
prueba aquel oprobio
consume mi dialéctica
sonrisa, sin embargo
y en luna hostil, reclama
mar amargo
la lúdica pereza del alma
suya, ennovio.
Regazo de la aurora que
el llanto mueve llanto
en el desvelo de su canto
sobre bruno canto,
alista mi verdor sobre el
ala de la aurora
simiente no es sigilo en
la palabra que aún mora.
Dosel que abruma y que
sostiene negro broche
de la diadema que es
fulgor entre la noche,
anhelando su prohibida
sepultura
en la gema danzante de la
aurora…
Ase claro manantial y
muda gota,
en el vestigio de la sal
que me derrota,
oro y diadema y sutil
claro de plata
luna en silencio en
madreselva escarlata…
Giro que promueve
sencillez oculta
añora su murmullo en
ascua reclinada,
en horizonte y faz
enamorada
mujer que aclara diurna
el alba que se oculta…
Impropio de la sal
corroyendo a mis espaldas
noche del velamen,
incienso entre palomas
adornas entre celos
bandadas entre lomas
y sufridas noches alan
las aladas luces caldas…
Frenético candor de
flores, Primaveras
azules, rojas noches,
colores que entreveras
su solo manantial de
brumas quedas
y olímpicas noches, luna
vedas…
Aciago resplandor la
noche cede
entre tus hormas
delicadas, la maleza
de tu cintura en nieve,
la belleza
de distinguida flor que
anieva, que procede…
En oro, en tiza, en luna,
la mirada
hostiga llanto endeble,
matiz de propia celda
que aclara en el rubor
voz en la bielda:
que en aras del juglar,
cosecha enamorada…
Restaño oro de Rosa,
plegaria transparente
asida muda grana,
escarlata rosa ardiente…